¿Por qué las redes sociales, diseñadas para acercarnos, a menudo nos hacen sentir más aislados? En este artículo, exploraremos cómo el constante bombardeo de imágenes ideales, la presión por la validación instantánea y el temor a perderse algo están moldeando el bienestar psicológico en niños y adolescentes. Además, reflexionaremos sobre qué podemos hacer para recuperar el equilibrio en un mundo cada vez más conectado.
Depresión y ansiedad en niños y adolescentes
El mal uso o abuso de las redes sociales, como Facebook, Instagram, TikTok o X, ha impactado de forma preocupante la manera de relacionarse en estas etapas de la vida. Internet ha sido revolucionario y de gran ayuda para la investigación y la información que nos aporta en todas las edades. Aunque nos ofrece grandes servicios, incluyendo la posibilidad de vincularse en comunidades y la creación de las mismas, no debemos olvidar que estas son etapas importantes en las que las relaciones personales son esenciales. La interacción con otros facilita enormemente el afianzamiento de la personalidad, la empatía, el compañerismo, la compasión, etc.
Es fundamental evitar el aislamiento, la presión y la ansiedad que causan las comparaciones e idealizaciones que nos muestran, de alguna manera, lugares como Instagram, TikTok o cualquier red social cuando se consumen de manera compulsiva, perdiendo el contacto con la realidad.
Las comparaciones producen una gran angustia, especialmente a esas edades, al observar vidas ficticias o lugares que ni siquiera son reales. La imposibilidad de concretar en la realidad lo que la imaginación proyecta genera frustración, un vacío profundo y una distorsión de la realidad que, en muchos casos, lleva a una depresión severa junto con una ansiedad que dificulta realizar actividades cotidianas. Esto se acompaña de sentimientos de insuficiencia y baja autoestima.
Los adultos debemos estar atentos ante este grave problema que afecta a la sociedad en su conjunto.
Es importante estar atentos ante estas señales
Ansiedad
– Inquietud y nerviosismo, desatención o impaciencia: El miedo a perderse algo (FOMO) es común. Se manifiesta como una necesidad constante de estar conectado, incluso a altas horas de la noche.
– Irritabilidad o cambios de humor: La exposición a comentarios negativos, la comparación social o el ciberacoso puede hacer que los jóvenes se sientan frustrados o irritables, afectando su estado de ánimo.
– Dificultad para concentrarse: El sueño se ve alterado, impactando en las actividades escolares y sociales. La falta de sueño provoca malestar y reduce la capacidad de retención y comprensión de lo que se escucha en clase.
Depresión
La depresión puede manifestarse como aislamiento social, ya que los jóvenes se encierran en la realidad que experimentan a diario frente a las redes sociales, dejando de salir con amigos o participar en grupos de pertenencia. Buscan estar en soledad, cerrando su círculo, y las amistades reales disminuyen.
– Se autoexigen constantemente, lo que genera una gran frustración al comparar la realidad con la distorsión del mundo virtual.
– Pierden el interés por las actividades sociales o familiares.
– Responden con monosílabos, se muestran irascibles, de mal humor, desganados y desmotivados.
Estrategias para afrontar estas problemáticas
1.Establecer límites en el uso de redes sociales:
– Definir tiempos específicos.
– Utilizar carteles o pictogramas.
– Crear rutinas fuera de las pantallas, acompañando en algunas actividades.
2.Promover el autoconocimiento y la autoaceptación:
– Fortalecer la autoestima y fomentar la reflexión crítica.
3. Enseñar el uso responsable de las redes sociales:
– Establecer normas familiares, dando ejemplo como adultos en el uso responsable de las redes.
4. Fomentar tareas recreativas y deportivas:
– Involucrarse en actividades artísticas como pintura, baile, dibujo, artesanía o escritura, así como actividades físicas como gimnasio, footing, bicicleta, natación, etc. Estas actividades favorecen la salud mental y física y fomentan hábitos saludables.
5. Incentivar las interacciones personales:
– Reunirse con amigos, familiares y participar en actividades comunitarias para restablecer habilidades sociales.
6. Fomentar la comunicación y el apoyo familiar:
– Crear un ambiente en el que los niños y jóvenes se sientan cómodos para hablar de sus emociones.
– Preguntarles sobre el contenido que consumen en redes sociales y cómo les afecta.
7. Estar atentos a las señales:
– Identificar cambios bruscos de comportamiento, tristeza prolongada, aislamiento u otros signos de que algo no marcha bien.
8. Buscar ayuda profesional si es necesario:
– Psicólogos y terapia cognitivo-conductual (TCC) pueden ser muy efectivos para identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos.
9. Grupos de apoyo supervisados:
– Ayudan a los jóvenes a compartir experiencias, sentir compañía y obtener herramientas para el bienestar emocional.
– Animarles a seguir perfiles positivos, educativos y que fomenten el bienestar en redes sociales.
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