Dismorfia corporal: el trastorno silencioso que afecta a jóvenes en la era digital

La dismorfia corporal, también conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC), es un trastorno psicológico en el que una persona desarrolla una preocupación excesiva por defectos percibidos en su apariencia física.

La dismorfia corporal, también conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC), es un trastorno psicológico en el que una persona desarrolla una preocupación excesiva por defectos percibidos en su apariencia física. Lo más alarmante es que, en la mayoría de los casos, estos «defectos» son mínimos o inexistentes para los demás.

 

¿Qué es la dismorfia corporal?

 

En los últimos años, la dismorfia ha aumentado considerablemente, especialmente entre adolescentes y jóvenes, impulsada por el impacto de redes sociales como Instagram, TikTok y la sobreexposición a contenidos que mezclan realidad y fantasía. Los filtros, los estándares inalcanzables de belleza y la edición de imágenes crean un escenario donde la imagen ideal reemplaza a la imagen real.

Esta distorsión puede derivar en problemas de autoestima, vergüenza al mostrarse, autoexigencia extrema y aislamiento social, afectando seriamente la calidad de vida.

 

Señales de alarma: ¿cómo se manifiesta la dismorfia?

 

Aunque la dismorfia puede tomar diferentes formas según cada persona, existen síntomas comunes que permiten detectarla:

  • Fijación con una parte específica del cuerpo (nariz, piel, cabello, abdomen, etc.).
  • Comportamientos extremos frente al espejo: mirarse compulsivamente o evitar verse por completo.
  • Comparación constante con otras personas, especialmente en redes sociales.
  • Búsqueda reiterada de soluciones estéticas: cirugías, tratamientos o uso excesivo de filtros digitales.
  • Aislamiento social debido a la sensación de ser “defectuoso” o “poco atractivo”.

En estos casos, la percepción del propio cuerpo está completamente distorsionada. Aunque desde afuera los demás vean normalidad, quien lo padece no puede dejar de centrarse en ese supuesto “defecto”, lo que genera sufrimiento y deterioro emocional.

 

¿Por qué se origina este trastorno?

 

No hay una única causa para la dismorfia corporal, pero sí hay factores que actúan como disparadores o condicionantes. Algunos de los más frecuentes incluyen:

 

1. Factores sociales y culturales

 

La presión social por alcanzar ideales de belleza imposibles de sostener, reforzados por los medios y el marketing, contribuye al surgimiento de este trastorno.

 

2. Redes sociales y filtros digitales

 

El uso constante de filtros que modifican el rostro o el cuerpo genera una desconexión entre la imagen real y la imagen “deseada”, haciendo que la apariencia natural sea vista como insuficiente o defectuosa.

 

3. Experiencias traumáticas

 

Burlas, críticas o bullying sobre el cuerpo en etapas tempranas —como la infancia o la adolescencia— pueden dejar huellas profundas y ser el origen de la obsesión.

 

4. Factores psicológicos

 

Trastornos de ansiedad, baja autoestima, depresión o rasgos obsesivos pueden aumentar la vulnerabilidad a desarrollar dismorfia corporal.

Es importante destacar que no se trata de una simple insatisfacción con la apariencia, algo que todos podemos sentir ocasionalmente. La dismorfia es persistente, intensa y desproporcionada, e interfiere de forma directa en la vida cotidiana.

 

¿Cuál es el tratamiento más efectivo?

 

El abordaje de este trastorno debe ser integral y adaptado a cada persona. Entre las estrategias terapéuticas más recomendadas se encuentran:

 

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): ayuda a identificar y modificar pensamientos distorsionados relacionados con la imagen corporal.
  • Terapia de aceptación y compromiso: trabaja sobre la aceptación de la propia imagen sin juicios y mejora el vínculo con el cuerpo.
  • Intervención psiquiátrica: en casos más severos, se pueden recetar fármacos como antidepresivos para reducir la ansiedad y los pensamientos obsesivos.
  • Reducción del uso compulsivo de redes sociales: establecer límites digitales y promover el consumo de contenidos que fomenten la diversidad corporal.
  • Acompañamiento familiar: contar con vínculos afectivos sólidos y un entorno que no refuerce la presión estética es fundamental para la recuperación.

 

Una mirada con empatía

 

La dismorfia corporal no es vanidad, exageración ni capricho. Es un trastorno real, doloroso y creciente que requiere ser atendido con comprensión y sensibilidad.

Vivimos en una cultura que exalta la perfección y olvida lo esencial: que el valor de una persona no reside en su apariencia. Brindar contención, escucha y herramientas adecuadas puede marcar una diferencia profunda en quienes transitan este camino.

 

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